lunes, 3 de diciembre de 2012

cuidado con lo que pides, porque se te puede conceder


¡¡¡Cuidado con lo que pides, porque se te puede conceder!!!
Al parecer Dios tuvo un rato libre y se dedicó a cumplir peticiones, incluyendo la
mía. Se organizó una excursión grupal a la cual se anotó la mayor parte del
grupo, pero, para no hacer la historia tan larga, resulta que solo llegamos cuatro
personas ¿Adivinas quién? Mi mejor amigo, su novia, obviamente yo… y
¡¡¡síiiiii!!! La mujer de mis sueños. Dos horas después, y gracias a mi amigo y su
novia, que convencieron a mi “futura novia” (al menos eso quería yo que fuera),
estábamos los cuatro en un hermoso centro vacacional. Sol, poca gente, y
como cómplice la naturaleza seductora, todo puesto en bandeja de plata, y
teníamos ¡no una hora! Sino todo el día por delante para disfrutarlo juntos.
Mi amigo y su novia de repente “desaparecieron” y henos allí, los dos solos
¡¡¡GRACIAS DIOS, GRACIAS!!! Listos y dispuestos al amor.
Después de una hora habíamos agotado los temas correspondientes a la
escuela, y… y… y entonces me quedé sin saber que decir, los silencios se
hicieron cada vez más largos, pero me rehice y rescaté la situación (inocente de
mí). Empecé a hablarle de mi última afición: los murales, le hablé de la
tremenda cantidad de dinero que había gastado en pintura, de lo difícil que
había sido hacer el boceto… bla, bla, bla…le conté de mi pasión por los libros,
le narré los más interesantes, etc. (Ahora entiendo que estaba en plan de PAA
–Presuntuosos arrogante aburrido-)
Pasamos todo el día juntos, ocho horas en las que tuvo la oportunidad de
prendarse de mi encantadora personalidad,
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